viernes, 26 de agosto de 2011

Toma de posesión de la Diócesis de Huánuco

4.2. Toma de posesión de la Diócesis



Monseñor Sardinas en camino a su Diócesis, salió de Lima con dirección a Tarma, el 10 de junio de 1891, realizando  visitas pastorales  en la ciudad y en  los  pueblos circunvecinos.

Luego, el 29 del mismo mes, llegó  a Cerro de Pasco,  alojándose en la casa  del acaudalado minero, Señor Salomón Tello, confirmando en dicha ciudad a numerosos niños y practicando otras funciones religiosas de su alto cargo. Luego que se tuvo conocimiento que el Iltmo. Señor Obispo había arribado   a la Villa  de Ambo  el día 8 de julio, todo Huánuco se puso en movimiento y buen número de caballeros se dirigieron a ese lugar con el objeto de presentarle anticipadamente sus respetuosos saludos.
Se le hizo triunfal recibimiento, como corresponde a los méritos del pastor, aunque para ellos se tuvo que vencer la repugnancia ingénita del Padre Sardinas a las ovaciones y aplausos.[1] Le prepararon triunfal recibimiento digno de un pueblo regocijado que corona los méritos del más preclaro de sus hijos; cumpliéndose allí a la letra la palabra de la sabiduría “El varón sabio logrará un puesto honorífico en su pueblo, y su nombre quedará grabado para siempre en los corazones de los hombres”.

En su Diócesis de reciente creación, y largo tiempo privada de la presencia de su primer Obispo lo halló todo por hacer y a la verdad, empezó a hacerlo con acierto, constancia y magnanimidad, propios de un príncipe de la Iglesia apóstol de Cristo. Tropezó con muchos obstáculos y amarguras, pero todo lo soportó y sobrellevó con edificante paciencia, valor y serenidad propios de un santo. Cuanto era, cuanto alcanzaba, todo él sin reservas se consagró al bien de su Diócesis animado de los más dignos sentimientos, estampó en su alma este apotegma dignísimo de todo Obispo y que repetía muchas veces: Dios me ha dado la dignidad episcopal y sus proventos para emplearlos en su gloria”[2] .


La demasiada modestia y profunda humildad del hijo del Seráfico Francisco, ofrecieron tenaz resistencia para señalar la hora en que debía entrar en la Ciudad Episcopal el día siguiente: pero estrechado por las súplicas, y más por el cumplimiento del Ceremonial que en estos casos prescribe el Pontifical accedió a los deseos de todos, partiendo de Ambo muy temprano para ingresar a esta ciudad a las 10.00 a.m.

Efectivamente  a esa hora,  con un acompañamiento de más de 80 hombres a caballo, hizo su entrada, descansando momentáneamente, en   La Quinta  fundo del Señor Pedro Figueroa  Lúcar,  mientras se preparaba lo conveniente en la Capilla  inmediata de San Sebastián, para proceder enseguida  al cumplimiento del Ceremonial  eclesiástico con la concurrencia  de las corporaciones oficiales  el Seminario,  los Colegios, Escuelas  y un concurso de un numeroso público, ascendente a 4,000 personas.

Ya en la referida capilla  el nuevo Obispo,  se arrodilla y ora ante el altar santo. Enseguida se reviste de los ornamentos  del caso y se encamina  procesionalmente, unas  diez cuadras, a la Iglesia Catedral, bajo de palio, cuyas  varas eran llevadas  por el Prefecto del Departamento,  Alcalde Municipal, Juez de Derecho, representantes y demás personas  notables. Y el Prelado huanuqueño sigue en medio  de un inmenso gentío, del alegre repique de las campanas, de los armoniosos toques  de las bandas  de músicos,  de las empavesadas casas, que en sus  frontispicios hacían flamear el bicolor Nacional, pasando por entre, una multitud  de hermosos arcos florales.

Llega a la Catedral  y desde el altar mayor dirige a los fieles su palabra expresiva y llena de unción  religiosa.

El Dr. Juan C. Huapalla  Canónigo, desde el púlpito, le presenta el saludo de Bienvenida  en nombre del Cabildo Eclesiástico y de la grey huanuqueña.

Enseguida  se pasó a la residencia  episcopal en donde  se pronunciaron varios discursos   y recibió el homenaje del pueblo.

Y Huánuco rebosó de alegría.[3]




[1] BERROA Y LUNA, Gregorio.” Monografía Eclesiástica de la Diócesis de Huánuco y Junín”, Tipografía “El Seminario” ,Huánuco, 1934, p. 135.
[2] IZAGUIRRE, Bernardino OFM; “Oración Fúnebre del Ilustrísimo y Reverendísmo Fray Alfonso María de la Cruz Sardinas” , Imprenta y librería de San Pedro Lima 1902, p. 16.

[3]  Idem

No hay comentarios:

Publicar un comentario